En el año 1994, el 18 de julio,
un ataque terrorista a la sede de la mutual judía en Buenos Aires, AMIA, dejó
un saldo de 85 muertos y numerosos heridos. Muchos años pasaron y muchos
presidentes también. Las investigaciones nos llevaron a los argentinos a la
conexión iraní y comenzamos a escuchar nombres a los que nuestros oídos no
estaban acostumbrados.
Siempre se entorpeció la
investigación. Idas y venidas, vueltas y contravueltas.
Ahora, el fiscal Nisman anunció
que después de mucha investigación, tenía pruebas para acusar a la Presidenta
Cristina Kirchner, el canciller Timmermann y otros cuatro relevantes personajes
cercanos al gobierno nacional, por el delito de encubrimiento.
Durante toda la semana pasada el
fiscal se volvió famoso: estuvo en todos los canales de TV y radio, diarios y
revistas. A todos se nos hizo familiar su nombre y creo que cualquier persona
interrogada en la calle sabía quien era el fiscal. Todos esperábamos ansiosos
la audiencia del día de hoy lunes, que tendría lugar a las 15:00 en el
Congreso, donde el fiscal presentaría las pruebas y ampliaría su presentación
ante los diputados. También temíamos algo. Un temor difuso. Tal vez alguna
marcha reprimida, algún cruce subido de tono…
Pero ayer tarde en la noche
comenzaron a circular noticias inquietantes. No se sabía por qué, pero había ambulancias
y móviles policiales en el edificio donde vivía el fiscal. Se hablaba de algún
incidente, pero no se explicaba qué tipo de incidente. Comenzamos a informarnos
a través de las redes sociales, sobre todo Twitter.
Comenzó a circular el rumor de
que Nisman estaba muerto. Que se había suicidado.
¿Suicidado? ¿El hombre que se
veía expectante, exultante, ansioso por ir al Congreso a hablar del caso?
Finalmente, se confirmó la peor
versión: fue hallado muerto en la bañera de su casa. Suicidado. La madrugada
del día en que debía exponer sobre la causa que investigaba e incriminaba a la
Presidenta como encubridora del atentado terrorista a la AMIA.
A partir de allí, las
especulaciones, la duda de muchísimos argentinos. El temor. La sospecha.
No sé cómo seguirá esto.
Cualquier explicación no será aceptada. Cuando se habla de suicidio, la gente
se pregunta si no fue instigado a hacerlo.
Pero lo peor ha sido la
conferencia de prensa del bloque oficialista en la Cámara de Diputados:
tendieron un manto de sospecha sobre el fiscal. Se preguntaron por qué acortó
sus vacaciones para venir a acusar a la Presidenta.
Sencillo: porque temía que le
quitaran la causa AMIA y todo quedara en la nada.
Argentina y la causa AMIA tiene
un muerto más y un ciudadano menos. Y millones de corazones de luto.